miércoles, 14 de enero de 2009

Las extranjeras tienen demasiados hijos y esto pesará tarde o temprano en el sistema sanitario y educativo.

Este temor no tiene fundamentos demográficos. Las madres extranjeras en realidad no tienen « demasiados » hijos, al contrario se caracterizan por una “fecundidad templada”, “ni exagerada por abajo como la española ni hacia arriba como los prejuicios imaginan[1]”.
Los datos que tenemos para estudiar la contribución de las madres extranjera a la fecundidad total de España datan desde 1996, cuando en los boletines se introduce la pregunta correspondiente a la natalidad.
Las mujeres inmigrantes tienen un índice sintético de fecundidad[2] mayor que las españolas, pero se trata de un fenómeno positivo porque contribuye a limitar el descenso de la tasa de fecundidad española. A partir del año 2000 el incremento de los nacidos se debe casi en exclusividad a las extranjeras. El aumento abarca todas las edades en diferentes intensidades. Hay siempre que hablar en plural porque no existe un patrón común: el calendario de la fecundidad y la composición difieren entre las distintas nacionalidades. Por otra parte, no se puede hablar de aportación general de las extranjeras, porque son solo algunos colectivos los que efectivamente contribuyen, además de que existen también fuertes diferencias locales. Como nota Beatriz León Salas, “estamos siendo protagonistas del llamado Sistema Complejo de Reproducción, en el que la contribución migratoria pasa a ser el núcleo central del crecimiento de la población y de la dinámica demográfica en general”, según la autora sin inmigración el crecimiento se aproximaría a cero[3].
¿Las madres extranjeras son la solución a la crisis de fecundidad de la sociedad española? Según los datos parece que no. El peso de la fecundidad de las madres extranjeras es todavía limitado en el conjunto de la población. « Aunque el volumen que adquieren los alumbramientos de madre extranjera haya tomado la senda del crecimiento y su peso en el conjunto también vaya en aumento, lo cierto es que la huella que deja la natalidad extranjera en la tasa bruta de natalidad total en el país es todavía poco profunda[4] ». En 2001 el índice sintético de fecundidad total era de 1.24, el índice de las españolas 1.21, así, el aporte de las extranjeras era de solo tres décimas[5]. Además, simulando las cifras, si nos pusiésemos como objetivo una tasa de 2.1 hijos (cifra necesaria para el reemplazo generacional) y dejando constante la aportación de las españolas en 2001, el índice sintético tendría que alcanzar unos 20.2 hijos por cada madre extranjera. Finalmente, según Delgado y Zamora, después de una primera fase prometedora desde el punto de vista de la fecundidad, las extranjeras volverían a una situación pre-inmigratoria de baja fecundidad, asemejándose a la conducta española.
Aparte de estos datos, hay que subrayar, que una buena parte del colectivo inmigrante extranjero contribuye indirectamente a la fecundidad española: es el caso de las personas que trabajan en el servicio domestico, que con su labor mejoran las condiciones de vida de las madres españolas permitiendo una mayor compatibilidad entre trabajo y hogar.
Probablemente la solución de los problemas demográficos españoles no pasa por la inmigración, sino por un cambio político y social. En primer lugar porque hemos ya visto que la inmigración tiene un impacto moderado y en segundo lugar porque se trata de una variable extremadamente inconstante. Como notan Izquierdo Escribano y López de Lera, las conductas demográficas de la población extranjera son difícilmente prevenibles. La decisión de tener hijos depende de los recursos, de la estabilidad percibida y real, del contexto socioeconómico. El pronóstico es incierto porque los extranjeros muchas veces no gozan de las seguridades legales, económicas y sociales del estado de bienestar y la legislación vigente dificulta todos los índices de estabilidad, como lo son la residencia, la fecundidad y los matrimonios mixtos. Las posibles soluciones a la crisis de fecundidad pasan por la creación de políticas que no discriminen a las mujeres, por la elaboración estrategias de inserción de las mujeres en el trabajo más flexibles y sensibles a la doble necesidad de realización profesional y de papel de madre, y por una nueva cultura de la paternidad[6]. Los datos europeos nos muestran que no es el hecho que las mujeres trabajen la causa de la caída de la natalidad, sino la organización de los trabajos que desempeñan las mujeres[7].
[1] P.Roques, O.De Cos, De lo global a lo local: repercusiones geodemográficas de la inmigración en España, II Economistas, 2004 ENE; XXII (99)
[2] Índice sintético de fecundidad: (llamado también indicador coyuntural anual de fecundidad o número medio de hijos por mujer) permite combinar las distintas tasas de fecundidad específica por edad en un único resultado. Expresa el número de hijos que tendría una mujer hipotética al final de su vida fecunda, si a lo largo de dicha vida fecunda su comportamiento fuera el mismo que el que refleja la serie de tasas específicas de fecundidad por edad. Implica evaluar una serie de hijos por mujer y mide el nivel de recambio generacional. Viene expresado por mujer. Cfr. http://www.caib.es/ibae/demo/ide/mecas.htm
[3] B.León Salas, El nuevo orden demográfico y sus implicaciones socioeconómicas, http://www.fedea.es/pub/eee/eee165.pdf
[4] A.Izqierdo Escribano y D.López De Lera, El rastro demográfico de la inmigración en España: 1996-2002, Economistas, 2004 ENE; XXII (99)
[5] Cfr. Cuadro II en M. Delgado y F.Zamora, Españolas y extranjeras: su aportación a la fecundidad en España. Economistas, 2004 ENE; XXII (99)
[6] Como notaba C.Pedrera, en una entrevista de la Universidad de Castilla La Mancha, las mujeres han salido de las casas para trabajar, pero los hombres no han entrado.
[7] « Bien al contrario de lo que se supuso durante mucho tiempo, no es la incorporación de la mujer al trabajo lo que las retrae a la hora de tener hijos. Es significativo que aquellos países de la Unión que presentan las más bajas tasas de ocupación femenina sean también los que ofrecen las tasas de fecundidad más bajas. » L. Abad Márquez, Globalización, demografía y migraciones, Sociedad y utopía: Revista de ciencias sociales, ISSN 1133-6706, Nº 16, 2000 , pags. 57-70.

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