El País, WALTER OPPENHEIMER, 2009-06-24
Un total de 100 ciudadanos rumanos de etnia gitana que fueron víctimas de ataques racistas durante varios días la semana pasada han decidido abandonar Irlanda del Norte. Tan sólo 14 de los 114 rumanos afectados por aquellos ataques, una familia de siete miembros y otros siete hombres solteros, han optado por seguir viviendo en el Ulster. Ayer salieron hacia Rumania 25 de ellos y se estima que esta misma semana viajarán los otros 75.
Los vuelos de regreso han sido costeados con fondos del Departamento de Vivienda del ejecutivo autónomo, según explicó ayer la consejera de Asuntos Sociales, Margaret Ritchie. “Lamento profundamente que hayan decidido marcharse, pero es una elección personal”, deploró.
Los rumanos tuvieron que refugiarse en una iglesia cercana, en el sur de Belfast, después de padecer durante varios días los ataques racistas de un grupo de entre 15 y 20 jóvenes, que les amenazaron y rompieron los cristales de su casa. Contra los deseos de las autoridades del Ulster, y a pesar de que tanto los vecinos del barrio como el conjunto de la clase política reaccionaron condenando unánimemente los ataques racistas, un centenar de los rumanos atacados ha preferido no seguir en Irlanda del Norte.
Su decisión sienta un mal precedente porque significa que quienes se oponen a la presencia en el Ulster de extranjeros, y quizás en particular de personas de la etnia gitana, pueden conseguir que se vayan por medios violentos. Tras los incidentes de Belfast, las viviendas de una familia polaca y de otra lituana han sido atacadas con ladrillos en Moygashel (County Tyrone), unos 50 kilómetros al oeste de Belfast.
Ayer fue conducido ante la justicia un joven de 21 años acusado de amenazar a los rumanos. El juez rechazó la petición de su abogado de que decretara su libertad bajo fianza. Dos jóvenes de 16 y 17 años ya comparecieron el lunes pasado por estos ataques.
La policía, que ha sido acusada de no reaccionar con la suficiente prontitud y energía cuando se produjeron los primeros ataques, ha descartado que en éstos participaran paramilitares lealistas próximos a la extrema derecha. Los ataques, que no cuentan con el apoyo de los ciudadanos del barrio en que se han producido, son obra de un reducido grupo de jóvenes racistas.
Ayer amaneció con los cristales rotos la iglesia que dio acogida a los 114 gitanos tras los ataques de la semana pasada, cuando presos del pánico intentaban refugiarse todos ellos en una sola vivienda. Siete ventanas y una puerta de vidrio de la entrada principal del recinto religioso fueron destrozadas con lanzamiento de piedras y ladrillos.
“Al llegar esta mañana me he encontrado las ventanas y la puerta de la entrada destrozadas”, explicó el pastor de la parroquia, Malcolm Morgan. “Es fácil concluir que esto lo ha hecho alguien al que no le gustó nuestra respuesta a los rumanos, pero sólo es una suposición”, añadió. La iglesia “está encantada de que fuéramos capaces de responder como lo hicimos ante aquella situación. De todas formas, estos cristales rotos no nos habrían podido detener”, explicó el padre Morgan.
La policía cree que unas cercanas cámaras de seguridad que están dirigidas hacia el edificio eclesiástico han grabado a quienes cometieron el ataque.
Un total de 100 ciudadanos rumanos de etnia gitana que fueron víctimas de ataques racistas durante varios días la semana pasada han decidido abandonar Irlanda del Norte. Tan sólo 14 de los 114 rumanos afectados por aquellos ataques, una familia de siete miembros y otros siete hombres solteros, han optado por seguir viviendo en el Ulster. Ayer salieron hacia Rumania 25 de ellos y se estima que esta misma semana viajarán los otros 75.
Los vuelos de regreso han sido costeados con fondos del Departamento de Vivienda del ejecutivo autónomo, según explicó ayer la consejera de Asuntos Sociales, Margaret Ritchie. “Lamento profundamente que hayan decidido marcharse, pero es una elección personal”, deploró.
Los rumanos tuvieron que refugiarse en una iglesia cercana, en el sur de Belfast, después de padecer durante varios días los ataques racistas de un grupo de entre 15 y 20 jóvenes, que les amenazaron y rompieron los cristales de su casa. Contra los deseos de las autoridades del Ulster, y a pesar de que tanto los vecinos del barrio como el conjunto de la clase política reaccionaron condenando unánimemente los ataques racistas, un centenar de los rumanos atacados ha preferido no seguir en Irlanda del Norte.
Su decisión sienta un mal precedente porque significa que quienes se oponen a la presencia en el Ulster de extranjeros, y quizás en particular de personas de la etnia gitana, pueden conseguir que se vayan por medios violentos. Tras los incidentes de Belfast, las viviendas de una familia polaca y de otra lituana han sido atacadas con ladrillos en Moygashel (County Tyrone), unos 50 kilómetros al oeste de Belfast.
Ayer fue conducido ante la justicia un joven de 21 años acusado de amenazar a los rumanos. El juez rechazó la petición de su abogado de que decretara su libertad bajo fianza. Dos jóvenes de 16 y 17 años ya comparecieron el lunes pasado por estos ataques.
La policía, que ha sido acusada de no reaccionar con la suficiente prontitud y energía cuando se produjeron los primeros ataques, ha descartado que en éstos participaran paramilitares lealistas próximos a la extrema derecha. Los ataques, que no cuentan con el apoyo de los ciudadanos del barrio en que se han producido, son obra de un reducido grupo de jóvenes racistas.
Ayer amaneció con los cristales rotos la iglesia que dio acogida a los 114 gitanos tras los ataques de la semana pasada, cuando presos del pánico intentaban refugiarse todos ellos en una sola vivienda. Siete ventanas y una puerta de vidrio de la entrada principal del recinto religioso fueron destrozadas con lanzamiento de piedras y ladrillos.
“Al llegar esta mañana me he encontrado las ventanas y la puerta de la entrada destrozadas”, explicó el pastor de la parroquia, Malcolm Morgan. “Es fácil concluir que esto lo ha hecho alguien al que no le gustó nuestra respuesta a los rumanos, pero sólo es una suposición”, añadió. La iglesia “está encantada de que fuéramos capaces de responder como lo hicimos ante aquella situación. De todas formas, estos cristales rotos no nos habrían podido detener”, explicó el padre Morgan.
La policía cree que unas cercanas cámaras de seguridad que están dirigidas hacia el edificio eclesiástico han grabado a quienes cometieron el ataque.
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