viernes, 29 de mayo de 2009

No hay color

Por Armando Rodríguez, investigador de fenómenos racistas
"El racismo es una construcción social que habría que desterrar definitivamente de las relaciones entre los seres humanos", según Armando Rodríguez
Occidente aún no se ha desembarazado del racismo, según Armando Rodríguez Pérez, catedrático de Psicología de la ULL. Para este estudioso de lo psicosocial, el que los sistemas educativos y las normas sociales fomenten el criterio de igualdad no significa la superación definitiva del racismo. Aceptar que el hombre trabaja aún bajo las premisas del pensamiento primitivo es el primer paso para evitar que este fenómeno aflore en situaciones extremas. Y todo eso, en un mundo cada vez más pequeño, en el que las comunicaciones hacen creer en el futuro de la aldea global de McLuhan, en un mundo en el que no habrá espacio para el color.
El racismo es una pieza más del puzzle sobre el conocimiento de los estereotipos que Armando Rodríguez, profesor del Departamento de Psicología Cognitiva, Social y Organizacional de la ULL, trata de completar. Estudios sobre los diversos aspectos de este campo le han llevado a pensar que en la actualidad no puede verse el racismo como un fenómeno vinculado a personalidades patológicas, sino como un elemento simbólico en la cultura contemporánea.
Este racismo de los noventa, denominado por los expertos racismo latente o simbólico, es la nueva cara de aquél que en el pasado sólo se identificaba con conductas explícitamente violentas. Una manifestación de ese nuevo fenómeno es considerar que las personas de color pertenecen a un grupo social caracterizado por rasgos negativos, información adquirida en etapas muy tempranas. A medida que los individuos se hacen adultos, coexiste esa idea estereotipada con los conocimientos racionales.
Ese fondo racista de los individuos, dormido pero latente, y que está en tensión frente al control normativo que ejerce la sociedad basándose en los criterios de justicia e igualdad, es lo que provoca risas ante un chiste racista.
Poco desarrollo insular
"Afortunadamente, el racismo está muy poco desarrollado en Tenerife", explica Rodríguez, "aunque también es cierto que no hay una presencia importante de personas de raza negra", añade. La razón primordial es, según indica, que "los seres humanos trabajan aún mucho con pensamiento primitivo". Así, se tiende a conectar delitos como asesinatos o robos con las minorías sociales fundamentándose en que ambas son minoritarias. Considerado el origen de los estereotipos, resulta complicado liberarse de este criterio irracional: "Un niño va a clase y tiene un compañero gitano y los padres se encargan de decirle que esconda la goma. Poner en contacto dos culturas no facilita necesariamente la integración; con frecuencia incrementa el racismo".
Armando Rodríguez ha llegado a estas conclusiones a través de estudios experimentales que analizan las reacciones racistas a determinados estímulos y no sus conductas. Por esta razón, haber estudiado a los alumnos de la ULL no circunscribe el resultado de la investigación a un espacio geográfico, sino que lo extiende a toda la cultura occidental.
El primer paso para el equipo de investigación del que forma parte Ramón Rodríguez Torres, autor de la tesis doctoral sobre el racismo, fue identificar las diferencias racionales en las respuestas de cerca de seiscientos estudiantes de varias zonas de Gran Canaria en las que existe una presencia significativa de individuos de color. Partiendo de ese tanteo preliminar, los psicólogos realizaron más de veinte experimentos con alumnos de distintas facultades de la ULL.
Ojo avizor. A Armando Rodríguez le gusta exponer a sus colegas a situaciones críticas en las que pueden dispararse actitudes racistas. Le gusta preguntar los pensamientos que se les vienen a la cabeza si, ante un concurso público para cubrir una plaza de psicólogo, conceden ésta a una persona de color que acaba de conseguir permiso de trabajo y tiene sus mismos méritos. O la reacción que tendría al saber que su hijo/a ha sido víctima de una agresión por parte de un individuo de las mismas características. Después de estudiar las respuestas de tantos compañeros y estudiantes, es a él a quien le toca ahora contestar.
Según su exposición, la primera de las informaciones que recibe la persona sobre un grupo, aquélla que no está mediatizada por la educación, es más fácil de activar pero, ¿en qué sentido? ¿En qué es más natural, más instintiva?
No, en absoluto. Para el desarrollo de las personas es importante aprender a distinguirse. Sin embargo, este proceso tiene algunos efectos indeseables. Con frecuencia, las diferencias sexuales o raciales emergen con el apoyo consentido o la iniciativa de los padres, de modo que lo que algunos entienden como necesario -que el bebé sepa que es niño y blanco- deja una impronta indeleble. De adulto, las estrategias de diferenciación y superioridad pueden parecer naturales porque se hayan reforzado por estilos de razonamiento cómodos, en contraste con los pensamientos igualitarios, que son el resultado de una elaboración más madura y racional.

Si el individuo oculta su racismo ante el control que ejerce la sociedad y la información adquirida a través de procedimientos racionales ¿Cree entonces que la educación va contra natura?
La educación de nuestro tiempo enseña a convivir y respetar las diferencias. No es contra natura, sino contra las desigualdades del pasado. La naturaleza nos ha dotado para percibir miles de variaciones en el medio, para captar diferencias. La idea de superioridad, de discriminación, no es natural, es una construcción social que habría que desterrar definitivamente de las relaciones entre seres humanos, pero también en relación con la misma naturaleza.

¿Es esto lo que distingue el racismo del hecho diferencial?
Sí. El hecho diferencial no incluye el criterio axiológico de superioridad. Puedo ser diferente y no superior.

¿Podemos decir que los nacionalismos fomentan el racismo?
Es bueno que las personas tengan una identidad personal basada en su pertenencia nacional. Lo malo es que no sean capaces de controlar los mecanismos que van añadidos a ese proceso. Cuando un individuo se considera parte de un grupo surgen inmediatamente fenómenos de favoritismo endogrupal, por lo que se tiende a beneficiar al propio colectivo y a ser injusto e intentar descalificar al resto. Y ése es un fenómeno que está muy vinculado a los nacionalismos.

¿Es posible que vayamos cada vez a grupos más pequeños y discriminatorios?
El problema es si esa pertenencia a grupos pequeños es fuerte, exclusiva y no fomenta su pertenencia a otros grupos. Cuando una persona basa su identidad en una sola categoría social, está expuesta a resquebrajarse. Lo bueno sería pertenecer a muchos grupos; eso impediría generar actitudes xenófobas y discriminatorias.

¿Cuál será el futuro del racismo?
Es difícil de determinar mientras no exista una corriente de pensamiento más sólida y desarrollada, una integración real de todas las razas y etnias y un mayor respeto por la naturaleza. El nacionalismo es una concepción populista, que llega a la gente porque su contenido es fácil de transmitir.

¿Seguiremos siendo entonces diferentes en la aldea global?
Las autopistas de la información nos van a dar más datos sobre los otros pero no van a variar los conocimientos y estereotipos que tiene cada persona de los miembros de otras comunidades y pueblos. Ana J. Hernández

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